Parpadea Anita
Ecos que trae el viento de tiempos lejanos
A veces en la noche, cuando subo a la azotea para sentirme aunque sea un poquito más cerca de las estrellas, cierro los ojos, y puedo hallar ese mágico lugar detenido en el tiempo donde soy la feliz protagonista de aquel cuento, hoy olvidado en un viejo cajón, enterrado bajo una pila de nuevas historias.
Esas veces, cuando me acomodo en un rinconcito del techo para conversar con la luna, melancólica le pregunto si esta muchachita de flores y mariposas entre las manos, antes luminosa ahora triste, solitaria, será alguna vez descubierta, será por fin desempolvada.
¿Será?, ¿cuándo será?, ¿cómo será?, ¿quién la hallará?, no me canso de gritarle.
Hasta que abatida por el silencio caigo, abro los ojos mojados, miro hacia arriba y encuentro sin buscar, la calma del alma. Pues sí, la madre sabia me ha escuchado y ha tenido la generosidad de recordarme, que anda al rescate de esta niña, caminando por la vida, cerquita no más, un hombre azul en sus afueras, multicolor en sus entrañas, que nació para amarla.
Sólo hace falta que se crucen, sólo hace falta que se vean.
Mientras tanto, él pasea, ella espera.
A veces en la noche, cuando subo a la azotea para sentirme aunque sea un poquito más cerca de las estrellas, cierro los ojos, y puedo hallar ese mágico lugar detenido en el tiempo donde soy la feliz protagonista de aquel cuento, hoy olvidado en un viejo cajón, enterrado bajo una pila de nuevas historias.
Esas veces, cuando me acomodo en un rinconcito del techo para conversar con la luna, melancólica le pregunto si esta muchachita de flores y mariposas entre las manos, antes luminosa ahora triste, solitaria, será alguna vez descubierta, será por fin desempolvada.
¿Será?, ¿cuándo será?, ¿cómo será?, ¿quién la hallará?, no me canso de gritarle.
Hasta que abatida por el silencio caigo, abro los ojos mojados, miro hacia arriba y encuentro sin buscar, la calma del alma. Pues sí, la madre sabia me ha escuchado y ha tenido la generosidad de recordarme, que anda al rescate de esta niña, caminando por la vida, cerquita no más, un hombre azul en sus afueras, multicolor en sus entrañas, que nació para amarla.
Sólo hace falta que se crucen, sólo hace falta que se vean.
Mientras tanto, él pasea, ella espera.
3 comentarios
kika -
Ojalá se topen y se vean. Yo a veces como 'muchachita de mariposas y flores' me pregunto también si pasará conmigo y aquel paseante...
Saludos del corazóndemelón.
Anita -
Gracias
carq. -
por casualidad regresé a un correo tuyo muy bonito y ahora que pasó el tiempo y lejos estamos, me alegra que
la Luna de Lima vistiera de azul un hombre para tí y eso me hace muy feliz.
Besos bonita